La reacción adversa que nuestro organismo puede experimentar ante determinados alimentos puede ser, tanto de tipo inmunológico (Reacción alérgica tipo IgE y de sensiblización tipo IgG), como de tipo no inmunológico (Intolerancia alimenticia).
Podríamos definir la intolerancia alimentaria como una respuesta desfavorable del organismo frente a un alimento y/o aditivo alimenticio.
Siguiendo la clasificación que la Academia Europea de Alergia e Inmunología clínica hace sobre las reacciones adversas a los alimentos y, más concretamente, sobre las reacciones de intolerancia producidas por un mecanismo no inmunitario, éstas pueden ser de causa metabólica, farmacológica e indeterminada.
Pudiera existir la idea errónea de que las pruebas diagnósticas dirigidas a identificar aquellos alimentos que pueden estar ocasionando reacciones adversas en el organismo (Tests de intolerancia alimentaria) van dirigidos a la elaboración de dietas para perder peso. Sin embargo, la aplicación de los resultados arrojados por las pruebas está encaminada a corregir numerosos trastornos cuya etiología pudiera estar en la intolerancia alimenticia.
Trastornos:
Para ello, en nuestro Centro utilizamos el test A 200. Consiste en la determinación de anticuerpos IgG en suero frente a más de 200 proteínas de alimentos de la dieta.
De la misma manera que en otras patologías y/o lesiones solicitamos el aporte de pruebas diagnósticas complementarias, hay ocasiones en las que, según el tipo de patología, sugerimos la realización del Test A 200.
La realización del test es muy sencilla ya que es suficiente con una extracción de una pequeña muestra de sangre. Más tarde se procede al envío de la muestra de sangre al laboratorio. Se recomienda un ayuno de entre 4 y 6 horas antes de realizar el test.
Tal y como expone la Agencia Española de Seguridad alimentaria y nutrición (AESAN), si bien los test pudieran tener utilidad para conocer las intolerancias, no se considera en absoluto un método para adelgazar, y no debería utilizarse con ese fin.